Lo que no escribimos es la ausencia. Mano de uno contra otro. Silencio de tormenta y grito de calma. Negro en el negro.
Quizás sea más fácil soñar que andar o andar soñando que caminar mirando el camino. No sé, tal vez, cada cual teja su imposibilidad de reconstruirse libre por la misma imposibilidad de creerse artífice y ceniza.
Nuestra ausencia es más temible que dolorosa. Una reasignación de tiempos en el tiempo que vuelve, una y otra vez, a dejarnos solos.
Os espero.
martes, 11 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
A VER CUÁNDO SE LEVANTA ESTE BLOG. ¡DALE!
ResponderEliminar